Mérida vibró la noche del domingo 2 de febrero con el toreo de altos vuelos de Manolo Muñoz, quien dejó una huella imborrable en el ruedo de la plaza de toros Román Eduardo Sandia. El valenciano, con una actuación cargada de arte y pasión, conquistó al público emeritense, que se entregó por completo a su toreo.
(Por: Carlos Alexis Rivera | Foto: Federico Montes)
Desde el inicio de su lidia, Muñoz demostró su clase y temple, recibiendo a "Nevado" de Rancho Grande con una variedad de lances de capa que encendieron los tendidos. En banderillas, compartió el tercio con Antonio Ferrera, protagonizando un duelo de altura que fue largamente ovacionado. Pero fue con la muleta donde Muñoz alcanzó la cima de su arte.
El diestro valenciano bordó el toreo, dibujando derechazos y naturales de una plasticidad y profundidad que calaron hondo en el público. La faena, un derroche de temple y torería, alcanzó momentos de éxtasis, con un Muñoz por momentos eléctrico, pero conectado al máximo con el tendido...
