Santos patrones, mayordomos y alferados, el quid de los toros en el Perú.
Devoción y aprobación social. Lo que los motiva. El impulso de los que organizan y sufragan las corridas en los pueblos.
(Por: Pablo Javier Gómez Debarbieri)
Los alferados reciben a los toreros en la plaza de Ayaviri, Puno; coso formado por una sucesión de palcos que circundan el ruedo. (Foto: Abraham Ccallo)
Cada año se celebran más festejos taurinos en el Perú, se construyen varias plazas de toros firmes en muchos pueblos y surgen nuevas ganaderías de lidia; gente ilusionada invierte en vacas y sementales bravos y los lleva a sus pastizales serranos. Los festejos populares, antes con reses de media casta, paulatinamente se van dando con toros de lidia y toreros cada vez mejores. En pleno siglo XXI, la tauromaquia es expresión viva de la cultura auténtica del Perú profundo. Mejora permanente en calidad y cantidad.
¿Por qué la tauromaquia peruana crece y se formaliza cada año?
¿Qué explica que pequeños poblados que celebraban festejos taurinos en la plaza de armas o en cosos portátiles, se esfuercen por construir –o lograr que empresas mineras cercanas las edifiquen– plazas firmes, de ladrillo y cemento, con más localidades que habitantes hay en el pueblo?
Fenómeno cultural y sociológico que los citadinos costeños no entendemos en su profundo y hondo significado. La clave: los santos patrones y sus mayordomos.
Mayordomos, capitanes de plaza o alferados; en cada zona se les llama de forma distinta; es la base social que explica el actual auge de la tauromaquia peruana.
—Definición—
Según la Real Academia de la Lengua (RAE), mayordomo es –segunda acepción– “el oficial nombrado en las congregaciones o cofradías para atender los gastos, el cuidado y su gobierno” y alférez es –tercera acepción– “quien en las fiestas religiosas preside los actos, sufraga los gastos y tiene derecho a llevar el pendón de la festividad”.
Las definiciones que brinda la RAE explican las funciones de los organizadores de las ferias patronales de las ciudades y pueblos del Perú en honor al santo local. Hay procesiones, danzas y fiestas; unos días o incluso más de una semana, dependiendo de la tradición, pero lo que no falta en ningún lugar son los festejos taurinos.
Los mayordomos son personas notables que viven allí o han emigrado a Lima o al extranjero, pero retornan cada año a sus pueblos para las fiestas y alguna vez tienen el honor de ser elegidos para ese cargo.
—Mayordomía—
¿Por qué lo hacen los mayordomos, alferados o capitanes de plaza? En primer lugar, por genuina devoción religiosa; sienten que si no se esmeran, el Cristo, la Virgen o el santo se los reprochará. Además, buscan aceptación y prestigio social en su comunidad; es un honor que les encarguen organizar las fiestas y, sobre todo, las corridas.
Un año de intenso trabajo y considerable inversión – apoyados económicamente por otras familias notables, a las que invitan a la comisión organizadora– les permite, a lo largo de los días de fiesta, pasear por el pueblo, noche y día, con la banda de la mayordomía cruzada sobre el torso o con el escapulario del santo patrón como chaleco.
—Devoción e integración—
Además, gozan del inolvidable honor de recibir a los toreros en el ruedo antes del paseíllo, velar a los toros la noche anterior a la corrida, hacer el pago a la tierra, tras el paseíllo, vertiendo licor a la arena y dar la vuelta al ruedo –entre toro y toro– regalando golosinas o cerveza a los tendidos, mientras el público los ovaciona.
Devoción e integración social, bajo la compleja cosmovisión andina que reúne lo religioso y lo festivo y cuyo clímax son las corridas. Eso explica el fenómeno que reafirma la tauromaquia, cada año, a lo largo y ancho del país, demostrando que es parte de la cultura nacional, pues asisten y disfrutan de esos festejos taurinos más de cuatro millones de compatriotas.
—Municipalidades—
Alcaldes y concejos son conscientes del apoyo que deben a las tradiciones populares que el pueblo reclama anualmente con sentido lúdico; esparcimiento indispensable para sobrellevar los duros meses laborales. Pero también y sobre todo, porque el movimiento económico generado por las fiestas –gasto de habitantes y visitantes: del campo, alrededores y lugares más lejanos– sostiene la economía local todo el año, a través del efecto multiplicador de lo gastado en las festividades.
EL TÉRMINO EN CADA LUGAR
Mayordomo, alferado o capitán.
En el norte y centro del Perú, como en la sierra de La Libertad, Áncash o Junín, se les llama mayordomos. En algunos lugares de la sierra sur, como en Coracora, Ayacucho, capitanes de plaza y en el Altiplano puneño, como en Macusani, Carabaya, alferados. Nombres distintos pero funciones, honor y devoción similares en intensidad, responsabilidad y aporte económico. Sin embargo, para ellos está por encima de eso la satisfacción, tras las fiestas, de haber cumplido –generación tras generación– con lo que se espera de ellos: mantener la tradición, la religiosidad, el honor al santo patrón y satisfacer a su pueblo.
Los mayordomos son ovacionados en San Pedro de Cajas, Tarma. (Foto: Juan Medrano Chavarría)