Hizo el toreo de poder con pinceladas de duende y se llevó las palmas y el trofeo de la corrida organizada por la peña Casta Crucina de Santa Cruz de Andamarca. Fernando Villavicencio mostró disposición y ganas, que no le bastaron para triunfar ante un lote que se dejó estar.
El recinto puentepiedrino volvió a ser escenario de otra buena tarde de toros. Se corrieron dos ejemplares de San Pedro, primero y cuarto, de buen juego, y dos de San Alejandro, también de buena condición para el toreo y para el triunfo. Los cuatro dispares de presentación pero del agrado del público que salió satisfecho del recinto ubicado en el cono norte de Lima.
Torres Jerez mostró solvencia y poderío ante el movedizo primero, que tuvo romana y aunque no se empleó en el capote y tomó un puyacito de Fran Díaz, embistió en los medios con codicia y transmisión por el pitón derecho. Inició doblandose majestuoso y en los medios brotaron de las manos del almeriense series aseadas por templadas y sin dejarse enganchar arrematadas con el de pecho. Por el izquierdo medio arrolla y la faena se torna derechista con algún molinete con sabor y poncina en el ocaso, antes de igualar y saldar con una estocada delanterilla que cambió por una oreja que debieron ser dos por el peso de la faena.
Su segundo de San Alejandro también tuvo volumen pero menos voluntad para embestir. El animal huía de los trastos y hubo de persistir para embarcarlo en la lidia. Se dolió en banderillas pero tomó un puyazo del Toto. Para adelante el torero se empleó para sujetarlo y estructurar faena con la mano derecha llevándolo toreado por abajo y sometidisimo, sin dejar que el toro viera las tablas...Tras pinchar sin soltar el estoque, el almeriense paseó jubiloso el apéndice ganado a ley.
Dubitativo el joven torero nacional Fernando Villavicencio con su primero, cornalon y astifino. Lo dejó a su aire en el capote sin mandarlo. Se duele en varas pero tiene raza y embiste por el pitón derecho. El torero lo descubre de a pocos, va viéndolo claro y se anima a correrle la mano, sin meterse mucho con él... El cuarto tuvo mejor condición y se adorna con el percal y entusiasma con los rehiletes. El toro se mueve y lo muletea de rodillas, cogiendole el aire con la mano derecha en muletazos suaves y templados que fueron lo mejor de su actuación. Tras ello se deja enganchar, el animal se viene a menos y emborrona una faena de final feliz...