Los chumpinos sacaron adelante su tradicional festejo, con poco público pero con ese especial entusiasmo que los caracteriza. Uno de cuatro embistió y los otros exigieron oficio. Ramos y Villavicencio pasearon trofeos en tarde gélida y de escasas emociones.
(Texto y fotos Juan Medrano Chavarría)
Cuando el toro tiene nervio campea el miedo y la emoción, sin importar que tenga clase o no. Este atributo, que no es otra cosa que la bravura, es condición fundamental de la fiesta brava.
Hoy en la Torokuna embistió el de Salamanca, que saltó primero y al que Paco Ramos sometió en tres series cortas muy de a verdad con la mano derecha, llevándolo largo, toreado y arrematando toreramente con el de pecho. Por el izquierdo no pudo ser por el corto recorrido del animal, pinchándolo y quedando la cosa en saludos. El tercero de Campo Bravo salió sueltito y sin llegar a los burladeros, pero cuando se fija en el capote lo toma por abajo y el de Castellón dibuja cuatro verónicas que saben muy bien. Calín le echa la vara pero el viraqueño no pelea, se duele y el tumaneño levanta la pértiga perdonándole el castigo y dejándolo prácticamente crudo... Lo que siguió fue la fatiga del torero que pasó la marimorena con un bicho que fue a más sacando fondo malo, arrollando, punteando y topando sin embestir. Esta vez los trallazos fueron del animal y a pesar que Ramos padeció en el intento, su labor fue premiada con una oreja del angustioso viraqueño.
Villavicencio, que sustituyó al corneado Sebastián Vela, tuvo dos papeletas disímiles pero idénticas en dificultad. Su primero chico e insignificante lo tuvo a mal traer y lo enganchó reiteradamente. El torero insiste y a pesar que el animalito no pasa del todo, se pone y logra muletazos de la nada. Tiene recursos pero no los suficientes para estar superior. Pincha, descabella al tercer golpe y escucha palmas.
El cuarto es endeble, joven y se mueve. Lo banderillea y el par del violín entusiasma. Se dobla intentando la supremacía pero el bicho lo engancha y desarma. Fernando insiste pero el sampedrano es duro y no suelta prenda, pues hay que tener mucho de intuición y técnica para acoplarse y emocionar con este tipo de embestidas. El limeño logra estocada delantera y caída y pasea un trofeo entre sombras.
Ficha. Sábado día 27 de julio de 2019. Plaza portátil Torokuna. Se corrieron reses de Salamanca y San Pedro, primero y cuarto, Casta y Sol, segundo, y Campo Bravo, tercero, terciados y escasos de raza y clase. Paco Ramos, saludos y oreja. Fernando Villavicencio, palmas y oreja.
La culinaria parinacochana para degustar en los previos
de la corrida...
Y la santísima Virgen del Carmen, San Pedro y San Antonio
de Padua, patronos del pueblo de Chumpi.
Con los toreros en
el tercio. Ramos, de azul celeste, y Villavicencio, de sangre de toro, deseándose
suerte antes de iniciar el desfile...
Que precedió esta
bella dama parinacochana con su canto campero.