Roca Rey salió a hombros después de firmar una gran faena repleta de verdad, entrega y variedad. Manzanares consiguió un apéndice gracias a una labor compuesta y torera, mientras que Castella se marchó de vacío ante una corrida de Cuvillo muy al límite salvo un extraordinario ejemplar.
(Carlos Bueno - Burladero.Tv / Foto: Jacobo Silvestre)
(16/03/2018).- Se acabó el papel para ver a Roca Rey, también a Manzanares y a Castella, pero sobre todo al torero peruano, que no defraudó un ápice. Su entrega volvió a ser total y nadie salió defraudado de su actuación. Por el contrario, sí que decepcionó el juego general de la corrida de Cuvillo, muy al límite de las fuerzas y de la casta, salvo el magnífico ejemplar que saltó en tercer lugar.
Y es que se había devuelto el tercero por inválido y Roca Rey corrió turno para encontrarse con ese astado extraordinario al que Castella quitó por tijerillas y el peruano replicó por saltilleras. El run run precedió a un inicio de faena de infarto. De rodillas en el tercio le dio dos pases cambiados por la espalda. Rugieron los tendidos y ya no dejaron de hacerlo a lo largo de una faena compacta, de gran compromiso, todo muy ceñido, muy ligado, muy vistoso, variado, impredecible, sorprendente. Siempre asentado de plantas y con una autoridad arrolladora. Hubo fases de toreo en redondo muy por abajo y de naturales y de pecho largos como un tren. No perdió cadencia ni intensidad la faena en ningún momento y tras la estocada las dos orejas fueron irrefutables.
Al sexto, que era el sobrero, lo recibió a la verónica de rodillas, signo inequívoco de su inconformismo y predisposición. Pero el animal no se tenía en pie, lo que enervó al público e impidió que el torero pudiese llevar a cabo algo parecido a una faena.
Apenas podía desplazar su anatomía el que abrió festejo. Sus 537 kilos parecieron pesarle como si de una tonelada se tratase. Frente a eso Castella sólo pudo justificarse con buenas intenciones. El segundo de su lote tuvo tanta clase como escasez de fuerzas, y la faena del francés transcurrió entre la corrección, la voluntad y un tanto de frialdad. Se sintió más cómodo muleteando en la corta distancia en la parte final, lo que tuvo mayor eco en los tendidos, y tras una estocada defectuosa hubo cierta petición.
El segundo de la tarde viajó con más profundidad por el pitón izquierdo, pero Manzanares se sintió más cómodo toreando en redondo a pesar de que en varias series el animal recortó su viaje al tercer muletazo. Tuvo importancia la faena del alicantino, ligada y con ritmo, torera y con empaque, y tras la fulminante estocada le fue concedido un apéndice.
No le permitió redondear la tarde el quinto, que calamocheó en exceso desluciendo los primeros compases de la labor de José Mari, que, sin demasiadas apreturas, consiguió por momentos firmar varias tandas de notable vistosidad. Pero su largo e intermitente quehacer sólo tuvo cierto eco en una parte final mucho más decidida y autoritaria.
Ficha del festejo:
16 de marzo, Valencia. 7ª de Fallas. Lleno de “No hay billetes”. Toros de Núñez del Cuvillo, el 6º lidiado como sobrero tras devolverse el 3º y correrse turno. Desiguales de presentación y juego. 1º descastado, 2º y 4º manejables, 5º deslucido. Sobresalió “Rosito”, lidiado en tercer lugar tras devolverse el titular y correrse turno.
Sebastián Castella: silencio y saludos tras petición.
J. Mª. Manzanares: oreja y saludos tras aviso.
Roca Rey: dos orejas y silencio.