Una corrida gorda pero desrazada conspiró contra el triunfo de la terna en la tercera corrida de la feria del Señor de los Milagros. El 6° tuvo fondo, transmitió pero Garrido lo pinchó y perdió algún trofeo.
(Juan Medrano Chavarria)
Reconforta la vuelta de las ganaderías peruanas a Acho. Esta temporada, de los seis festejos, tres llevan la marca Perú y todo apunta a que en poco tiempo -como antaño- se volverá a lidiar ganado íntegramente nacional en la feria más postinera de América. Los ganaderos peruanos lo reclamaban y ahora lo tienen. La cabaña brava mejora paulatinamente y el esfuerzo de estos señores rinde sus primeros frutos. Por eso, el esmero de un ganadero en la presentación de sus toros es aspecto de máxima importancia, independientemente de su concepto. A la plaza tienen que ir toros armoniosos y ofensivos que generen emoción con su trote y acometida.
La corrida de Santa Rosa de Lima saltó gorda -algunos atacados de kilos- pero sosa y con poquísima raza. Abantos de salida, pobres de cara y algunos mirando las tablas. Con este material los toreros tuvieron que arrear ellos para emocionar y ahuyentar el sopor que se apoderaba de la gente allá arriba.
El torero de Badajoz José Garrido confirmó la alternativa con el toro “Talentoso”, N° 230. Manuel Escribano le cedió los trastos y no hubo suerte para el joven torero, pues a contrapelo de su nombre, el animal tuvo poco bueno para extraer, mermándose al perder un segmento del pitón derecho al cerrarlo en un burladero el banderillero español Juan Sierra. Garrido tuvo mucha disposición y esperó a portagayola, lanceando con más ardor que pausa y rematando con una media verónica de rodillas. No hay pelea en el caballo y los muletazos iniciales de rodillas tienen mucha garra, así como las series con la derecha, un tanto deslucidas por lo poco humillado que iba el animal. Por el pitón izquierdo se queda corto y los cuatro derechazos subsiguientes son de buena factura pero no emocionan porque el toro apenas embiste, cerrando con manoletinas, resbalando el torero y quedando a merced. Su 2°, corrido sexto, parecía de otra estirpe, embarcándose a primeras en la lidia y no rehuyendo a los capotes como sus hermanos. Lancea a pies juntos y remata con una media veróníca componiéndose él pero con el toro desentendido. Las chicuelinas tienen peso porque son quietas y de mano baja, aunque tras rematar queda desarmado. Brinda al ganadero e inicia rompiéndose barroco. El torero está a gusto porque el toro, a pesar que lleva la cara casi a media altura, transmite y tiene nervio. La gente jalea y la música no se hace esperar. Es el toro de la tarde. Lo cita en largo y hay cuatro derechazos pura emoción. Se cambia de mano la muleta pero el toro se agarra al suelo. Logra más derechazos y se adorna con un molinete de rodillas, forzando el de pecho y abrochando con manoletinas, alguna ceñidísima. Lleva al toro casi a los medios e intenta matar recibiendo, pincha y pierde el que hubiera sido el único trofeo de la tarde.
El que salta 2° rehúye los capotes, y cuando Manuel Escribano intenta lancearlo se frena y rebrinca. Toma un puyazo de Santiago Reyes "Yaco II" y se deja pegar, sin recargar. Deslucidísimas las chicuelinas y muy discreto el tercio de banderillas que obsequia el matador, aunque en el par al violín se apretó un poco. Brinda a la afición de Lima y deja caer la montera con singular gracia sevillana. Espera en los medios y se cambia al toro por detrás en tres ocasiones. Manuel pone la carne en el asador pero pronto se estrella contra la mansedumbre de la mole. Persiste y logra aisladamente dos derechazos de cartelería, el resto de trámite porque no hay para más. El 4° también topa y arrolla en el capote pero el torero improvisa dos chicuelinas y remata con una vistosa serpentina. El cornúpeta sorprende a Ángelo y acomete a la grupa del caballo. Sale caliente de la vara y los quites son por faroles y saltilleras, arrematadas con una sevillanísima media verónica. Vuelve a coger los palos y tampoco hay novedades. Se hinca pasándose al toro y sólo en un muletazo lo embarca y lo lleva toreado. El animal saca clase y va humillado en pos de la franela. Hay dos derechazos superiores intercalados con un pase por detrás. Suena la música y el sevillano se entona y se ilusiona. Por el pitón izquierdo también mete muy bien la cara pero al cuarto muletazo pierde el ritmo. Vuelve a derechas pero el animal ya no tiene fuelle. Pincha, cobra una estocada y saluda una ovación.
De las muñecas de Paco Ureña brotó lo más puro y sentido de la tarde. Paco es un torero cuajado y forjado en mil batallas. Nunca va de prisa y todo lo hace con primor, consintiendo al manso y aguantando al marrajo. Su primero no tiene gracia en el capote pero el que se siente es él. El toro no da batalla en varas y los quites se deslucen porque el animal arrolla. Brinda a la plaza e inicia con pases por alto, sellando la tanda con un recorte fenomenal. Torea por derechazos muy aseados pero el toro no pone lo suyo, a más de querer echar mano por allí al torero. Con la izquierda es más claro pero apunta a las nubes y sale perdido. Insiste pero el dique está seco y la gente ovaciona su esfuerzo. El 5° se deja estar con el capote y la revolera con que remata el veroniqueo es bella por la suavidad de su ejecución. Don Rafael López torea con su caballo antes de echar el palo y se gana las palmas. El torero de Lorca brinda cariñosamente a Castorcito que momentos antes se había cortado la coleta. El toro no tiene buena condición pero Paco lo aguanta, se acopla y los muletazos son pinceladas de arte que tienen el poder de parar el tiempo. Por el izquierdo tira del toro con increíble mando hasta que el animal canta su mansedumbre. Alarga innecesariamente la faena con redondos invertidos a un toro que está a punto de derrumbarse. Y lo pincha porque no le arrea y todo queda en palmas tibias.
El público abroncó a un subalterno español que banderilleó un toro que no le correspondía . Y se hace costumbre en Acho que el matador pida la música de su agrado… El público, cariñoso y condescendiente, aplaude lo bueno y lo malo, de resultas que Acho se asemeja -y mucho- a una plaza de pueblo.
Ficha. Domingo día 19 de noviembre de 2017. Tarde soleada con poco más de media entrada. Reses de Santa Rosa de Lima, con kilos pero sosos y sin transmisión. Manuel Escribano (Azul Rey y Oro) Estocada tendida y trasera, dos descabellos, palmas. Pinchazo, tres cuartos de estocada traserilla, saludos. Paco Ureña (Rosa y Oro) Estocada caída, saludos. Pinchazo y tres cuartos de estocada delantera, palmas. José Garrido (Sangre de Toro y Oro) Estocada desprendida, saludos. Dos pinchazos, estocada caída, palmas.
Manuel Escribano
El adiós de Castorcito.