Clamoroso triunfo del peruano en histórica corrida que marcó el retorno de los toros a la plaza más emblemática de Colombia, cerrada hace cuatro temporadas por la arbitrariedad de un alcalde que hoy aspira el sillón presidencial. Con su toreo de arte y entrega, el torero limeño convenció a todos e hizo retumbar la plaza donde no cabían ni los duendes, abriendo la puerta grande entre el clamor de la gran afición bogotana.
(Desde Bogotá, Juan Medrano Chavarría)
Mientras afuera turbas de jóvenes enardecidos se agitaban amenazantes, dentro la plaza era un hervidero de emociones. Había que estar allí para percibir los sentimientos de la gente, que humedecidos los ojos entonaron de pie sus himnos y rompieron en atronadora ovación tras el paseíllo que demoró cuatro años en volver.
Cierto, la corrida no estuvo a la altura del acontecimiento, ni en presencia menos en juego. Blanda y escasa de fuerzas, apenas fue señalada en varas pero sirvió a los propósitos de los toreros y del espectáculo en conjunto; la gente lo pasó por alto y disfrutó más con el 6°, un animal que duró lo que una quimera pero que tuvo historia gracias a la inspirada y corajuda lidia que le dio aquella grata realidad de torero llamado Andrés Roca Rey.
El peruano había tardado en acoplarse con el 1°, falto de fuerzas y empuje que fue apagándose sin definirse jamás. Cuando saltó el último el run run era muy fuerte, mientras allá arriba la gente se agitaba y respondía con olés a las atronadoras detonaciones de los reventadores que no cesaban de vociferar en los alrededores de la plaza.
El animal traía codicia y la plaza se pone a revientacalderas cuando Andrés improvisa una larga cambiada y pone en suerte al bicho ante el piquero. Va a los quites y tras iniciar con una tafallera, receta tres apretadísimas gaoneras que atiza la marejada en los tendidos. Brinda a los novilleros de la huelga de hambre cuando cerrada la plaza y espera en los medios impávido cambiándole el viaje al bicho y engarzando con derechazos y pases por detrás. El entusiasmo crece mientras el animal se desfonda y sus arrestos se diluyen. El torero espera y hace las cercanías, arrimándose sin más y extrayendo pases de donde no había. Intercala artísticos derechazos con arrucinas y otra vez se pasa el toro por detrás, encendiendo la pradera. Con la gente caliente pincha arriba sin soltar el estoque y en el segundo encuentro logra una estocada que fulmina al de Gutiérrez. El pedido es unánime y caen las orejas que sellaron la gran actuación del peruano.
El primero del Juli fue incombustible y nunca dejó de dar hachazos. El 4°, mientras duró, tuvo un buen pitón izquierdo que el madrileño aprovechó para hacer el toreo de poderío y aguante consustancial a su categoría de máxima figura del toreo, sometiendo y mandando en cada muletazo, con intensidad y altura, hasta que el animal acortó el tranco y hubo de ir por la espada, pinchando y dando una apoteósica vuelta al ruedo.
A Bolívar le ayudó el paisanaje y la gente lo arropó, jaleándole mucho y obviando el ventajismo de su toreo. Se hincó en los medios y pegó muchos pases con la mano derecha, desplazando y sin embraguetarse. El 5° tuvo un molesto calamocheo por el lado derecho que se quedó sin corregir, en tanto por el izquierdo no pasaba. A ambos los pasaportó con estocadas tendidas logrando una oreja del corrido 3°.
La puerta grande se abrió para Andrés y el comentario fue unánime: Aquí hay un torero y una figura. Lo demás lo decidirá el tiempo.
Ficha. Domingo día 22 de enero de 2017. Corrida de Toros. Reses de Ernesto Gutiérrez, terciadas, de poca fuerza y variado juego. Julián López El Juli (Grana y Oro)Estocada trasera y contraria, palmas. Tres cuartos de estocada trasera, dos descabellos, vuelta al ruedo. Luis Bolívar (Turquesa y Oro) Estocada tendida y caída, oreja. Estocada tendida y trasera, descabello, palmas con leve petición. Andrés Roca Rey (Canela y Oro) Estocada trasera y desprendida, descabello, vuelta al ruedo tras aviso. Pinchazo, estocada trasera y desprendida, dos orejas.
En el taurinísimo barrio La Macarena, tarde para la historia con la reapertura de la Santamaría y la imagen de amenazantes antitaurinos...
Pero dentro, la plaza lució remozada, hermosa y llena hasta las banderas...
Con un cartel de lujo y la confirmación de alternativa de Andrés Roca Rey, de manos del Juli.
Que defendió su cetro ante el 4°, cuajando con el capote artísticos recortes...
Y muletazos de mucho mando con la mano de la verdad...
Y sobrada torería...
Pinchando faena de orejas.
El local Bolívar mostró actitud%2c entrega y pegó pases al 3°, el más regular de la tarde...
Emocionando a la mayoría pero sin convencer a los más exigentes...
Paseando una oreja que no le bastó para dar la talla en la histórica cita.
En cambio Andrés esperó con ansias que apareciera el 6°, para apretarse en escalofriantes gaoneras...
De allí arreó él ante un animal que pronto se acabó, poniendo a todos de acuerdo...
Logrando un indiscutible triunfo y el clamor...
De una puerta grande que vale oro puro y quedará registrada en los anales de la tauromaquia colombiana.
Pero la tarde tuvo también el tufo del hule...
Cuando Hernando Franco%2c el carismático banderillero bogotano, fue zarandeado y quedó a merced...
Con el pitón sobre el triángulo de la muerte...
Felizmente el asunto no pasó de magulladuras.