Y los sindicatos continúan aletargados, sin un sistema de previsión social que los proteja de la enfermedad prolongada, muerte súbita o asistencia en la etapa más larga de la vida...
Texto: Miguel Pardo N. / Edición Juan Medrano / Fotos: Abraham Ccallo.
El Sistema pluralista de asociación sindical, o sea, el modo en el que coexisten las tres agrupaciones que reúnen a las tres agrupaciones del toro en el Perú, es la principal causa de la crisis institucional del gremio y de la profesión, donde cada cual actúa tomando distancia del otro, velando por intereses particulares, en detrimento de las condiciones que favorezcan el interés general de los toreros, como la protección profesional, económica y laboral.
Por hoy, la labor de los sindicatos, o la del Sitope, el más activo y con mayor número de asociados, está direccionado a la asistencia de los servicios de salud de los toreros, mediante el auxilio o subvención económica del profesional -con un tope de S/. 3,000 Nuevos Soles- al sufrir el torero un percance en la plaza o requerir un tratamiento como consecuencia de su desempeño profesional.
A diferencia de otros países taurinos como España, México, Colombia o Ecuador, en nuestro país los toreros no gozan de seguridad social y están alejados del sistema previsional o algún otro sistema de protección, que les socorra en casos imprevistos, como el triste suceso del accidente de tráfico ocurrido el pasado 22 de octubre en la vía Pucará - Ayaviri, Puno, donde perdieron la vida dos toreros y otros dos quedaron heridos.
En la práctica y salvo excepciones, las asociaciones sindicales no representan los interés de los asociados: matadores, novilleros, banderilleros y oficios colaterales, dado que los directivos y miembros activos y retirados tienen intereses secundarios y contractuales pactados, desempeñando actividades paralelas de representación de profesionales nacionales y extranjeros, y hasta como subcontratistas de sus propios compañeros de trabajo, sin normas estatutarias claras con sujeción y respeto a las normas laborales.
Todas las condiciones deben estar dadas para favorecer el interés general de los asociados, contribuyendo al equilibrio de oportunidades y no sometiéndolos a una competencia desleal con aquellos que se encuentran protegidos por jerarquías de poder, sin políticas claras de defensa y protección del torero peruano, que actúa en desiguales condiciones con el torero extranjero, que va por libre albedrío sin normas claras en el desempeño de su profesión. No hablamos de prohibir o restringuir, por que el trabajo es un derecho universal, pero tienen que emitirse normas para regular y especialmente controlar, evitando afectar a los profesionales nacionales.
Estos son factores negativos que restan oportunidad, que entre otros, tampoco se promueve institucionalmente las escuelas taurinas, ni fomenta la cultura taurina como base para el surgimiento de nuevos valores, así como el potenciamiento de la afición por los toros, con nuevos y jóvenes aficionados para la continuidad de la fiesta brava. De hecho, los gremios taurinos del Perú se mantienen diametralmente distantes y con pugnas entre sí, no habiéndose consolidado aún como entidades con una verdadera vocación de representación de los profesionales del toro.
El primer paso para el ejercicio de una real representación sería buscar la unidad de las representaciones sindicales, para plantear como segundo paso la consolidación del colectivo, con objetivos para la defensa de los toreros y todos los trabajadores del toro en sus diferentes categorías, ingresando al sistema de aportación de la seguridad social, para proteger a los asociados en casos de accidentes de trabajo, enfermedades, desempleo, discapacidad temporal o definitiva, riesgos de invalidez o de muerte por accidente, con una pensión digna al dejar de ejercer la profesión.
Urge la necesidad que los sindicatos proyecten sus objetivos hacia el futuro, para que cuando sobrevengan los percances, no los tome desprevenidos. Esto es posible y no un sueño, sino, veamos la organización de los toreros en España, México y Colombia por ejemplo. En nuestro país hay más de seiscientos festejos anuales y muchos profesionales torean más de sesenta corridas. Hagamos el esfuerzo, tomemos consciencia, busquemos asesoría especializada para optar al sistema previsional, para su capitalización y posteriores benéficos, garantizando al torero un ingreso económico que le permita subsistir, reduciendo los efectos de la desprotección y la miseria.
Por lo que significa el desempeño de su profesión, el torero vive generalmente bajo el riesgo de inseguridad económica permanente. Integrarse al sistema de seguridad social que lo proteja contra cualquier contingencia económica, es la mejor manera de luchar por la defensa y los intereses del torero. La prioridad de los sindicatos es proteger a los asociados al ocurrir un percance, e incorporarlos a los programa de pensiones del estado, y no dejarlos en situaciones de indefensión.
Un torero se juega la vida tarde a tarde y merece un futuro digno, no la compasión en la hora postrera.
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