Un noble castaño medio le embistió y el torero ayacuchano hizo lo necesario para saldar a su favor la tarde. Zúñiga también saboreó el triunfo y a partir del 4° se desencadenó un aguacero que no cesó hasta el arrastre del último ejemplar. Bien presentada la corrida de San Pedro, pero algunos ejemplares se emplazaron y no hubo para más. La ruta del toro nos lleva a Ticapampa, donde se anuncian dos festejos en honor a la Santísima Virgen del Pilar…
(Desde Huari, Ancash, Juan Medrano Chavarría)
Impresionante travesía del mayordomo por las calles del pueblo, hasta irrumpir con su corte en la plaza de toros, en verdaderas cadenas humanas, al compás de huaynos y mulizas, en ambiente de alegría, entusiasmo y calor humano. Es la fiesta de Huari, celebración sin par que caracteriza a este pueblo, cuyos habitantes vuelven al terruño cada año para fortalecer su identidad, revivir sus costumbres y desbrozarse en las diferentes manifestaciones culturales, religiosas y festivas en homenaje a su patrona tutelar.
La corrida de San Pedro, excepto el 4°, saltó con trapío pero con tendencia a las tablas. No se les castigó en varas y el 2° y 5° fueron los que más se dejaron torear. Del lote de Gamarra, el más antiguo de la terna, le sirvió el 4°, aunque apocado de fuerzas tuvo arrestos y acudió a los cites del torero, que se prodigó en muletazos por el pitón derecho sin romper el toro por la debilidad de sus remos. Zúñiga se llevó el lote más toreable y el 2° interesante por su movilidad, aunque doliéndose y descompuesto. Recetó muletazos sin acoplarse por las dificultades del animal, que tras el primer muletazo apretaba para las zapatillas. El 5°, tras un inicio emotivo, se tornó gazapón y andarín, arrollando y pegando cabezadas, terminó arropado en tablas. Tal vez una mejor lidia hubiera posibilitado un comportamiento distinto al que finalmente desarrolló.