La plaza de toros Acho cumplió ayer 250 años de fundada. Un entusiasta colectivo de aficionados organizó un sencillo pero significativo acto conmemorativo en su histórico albero, se soltaron globos blancos y el famoso declamador Carlos Barraza se desbrozó en coplas de bravía emoción…
(Juan Medrano Chavarría)
Dos siglos y medio de existencia no pudieron pasar inadvertidos para los cultores de la fiesta. Y aquel vetusto templo sagrado de barro y madera se convirtió ayer en el centro de peregrinaje de un grupo de asiduos y fieles. Un cura rememoró a las almas toreras y el eximio Carlos Barraza nos emocionó con sus versos, en la misma arena donde una tarde de finales de los noventa, el gran Rafael Gastañeta cuajara una extraordinaria faena a un toro mexicano.
Tras la liturgia y las coplas, la periodista Magaly Zapata hizo un breve apunte de la efemérides, se soltaron globos blancos al cielo y luego de la tertulia de rigor, los criollos nos deleitaron con sus limeñísimas melodías. La Beneficencia no autorizó la tienta pública y nos quedamos con las ganas de ver toros en aquella ocasión tan especial.
Pasado el mediodía, un buen grupo de aficionados se congregó en el centro del albero de la plaza más antigua de América...
Donde el padre Niklen hizo un breve responso rememorando los avatares del histórico escenario...
Y Carlos Barraza, eximio declamador, se expresó bravíamente con una oda dedicada al silencio de Acho...
Se soltaron globos blancos...
Los niños se echaron a torear...
Y el remate fue con estos criollos que evocaron a la Lima del ayer.