Acho testificó la gloria de un torero que manda y defiende su sitio, y de otro en pos de la cima. La puerta grande fue para los dos, ante una corrida española terciada pero encastada y complicada de Daniel Ruiz.
(Textos y fotos de Juan Medrano Chavarría)
La gente salió hablando de lo pequeña que estuvo la corrida. La tertulia del común giró en torno a aquella frase que alguno lapidó con otra más real que la catedral de Lima: Habitamos el tercer mundo y en el escalafón somos ciudadanos de tercera categoría; y al tacho con la historia de Acho, que no vale un céntimo cuando de imponer la voluntad de las figuras se trata. Por ello, la de Zalduendo con aquellos toros de misérrimos pitones, fueron para Morante y Talavante; y el último domingo, la discretísima estampa de las reses albaceteñas, reseñadas de seguro para el maestro de Béziers.