A 249 años de haberse inaugurado
(Fuente: Jaime de Rivero)
La primera corrida en la plaza de toros de Acho se celebró el jueves 30 de enero de 1766. La fecha exacta fue descubierta por el connotado intelectual Aurelio Miro Quesada Sosa, unas semanas antes del inicio de los festejos conmemorativos por su bicentenario, en el año 1966, los que no pudieron variarse y se mantuvieron en la fecha que tradicionalmente se consideró como inaugural: 17 de febrero. La flamante investigación junto con el hallazgo que se produjo en la Biblioteca Nacional de Chile, fue presentada en una conferencia magistral que el propio Miro Quesada Sosa dictó en el Mesón La Ronda de la plaza de Acho con ocasión de dichas celebraciones.
En tan solo doce meses, la plaza cumplirá un aniversario emblemático: 250 años. Son pocos los monumentos que pueden jactarse de una vida tan larga y prodigiosa. Por incomprensible desgracia, Acho padece las consecuencias de la indiferencia de las entidades encargadas de protegerla: la Sociedad de Beneficencia Pública de Lima, en su condición de propietaria, y el Ministerio de Cultura (antes lo fue el Instituto Nacional de Cultura). Ambas, nada han hecho en las últimas décadas, más allá de arrebatarle dinero.
Los aficionados tampoco han hecho mucho por la plaza. El declive de Acho se inició hace más de dos décadas, y nadie lo advirtió, ni se tomaron medidas oportunas para conservar la enorme afición que por entonces existía. Los estamentos taurinos tampoco han tenido la capacidad de reaccionar y unir esfuerzos para rescatar este espacio tan distintivo de nuestra identidad. En este escenario de incertidumbre y descuido, el antitaurinismo ha encontrado la tierra fértil que necesitaba para asentar su discurso y marginar al viejo coso de toda política de promoción cultural del Estado y que bien podría contribuir a su recuperación.