Honestidad y dignidad; dos palabras que resumen la actuación en solitario de nuestra primera figura nacional en la corrida del 1 de Mayo. Salió en volandas, pero el triunfo pudo ser más rotundo de no marrar con los aceros. Como pocas veces, la prensa nacional acudió al acontecimiento y reseñó la gesta que será efemérides. La corrida de San Pedro cumplió, se dejó torear pero no fácil; hubo que poderle de verdad, con la virtud de moverse y transmitir emociones.
(Juan Medrano Chavarría)
Fue una apuesta fuerte, a puertas de los compromisos escriturados con Chota y Cutervo y la vuelta a Acho en la feria nazarena; pues que sepamos, nunca en los anales taurinos un torero nacional había pactado una cita en solitario a inmediaciones de Lima. Y el primer triunfo, como bien lo había dicho el torero días atrás, fue la plaza llena, o rayando en lleno, claro indicativo de la expectativa e interés de la gente por ver al matador de toros peruano más importante de la última década.
Y no defraudó, aunque en el último tramo el torero acusó los estragos del inmenso esfuerzo desplegado y fue rebasado a momentos por su oponente. Bañado en sudor y en dignidad, Cubas desplegó su tauromaquia y mantuvo la fidelidad a ese concepto tan genuino que le ha granjeado el respeto de los profesionales y entendidos. De los cuatro toros tres le embistieron, con la salvedad que no fueron fáciles y sacaron diversas complicaciones; 1° soso y descastado; 2° con codicia pero gazapón y desclasado; 3° bastote pero con transmisión y 4° humillado y enclasado durante buena parte de la lidia.
El torero se esmeró en cada capítulo pero los tendidos estallaron a partir del 2°, el castaño al que quita emotivamente por tafalleras y remata de rodillas con una media magistral. Aunque gazapea, cuando toma la muleta lo hace con nervio y arrollando; el torero aguanta y lo lleva toreado por derechazos templados y entonces se aquieta la plaza. Por el pitón izquierdo va con la cara arriba y no tiene ritmo. El diestro lo intenta pero no hay frutos y mata de estocada paseando la primera oreja de la tarde.
El 3° es bastote, grandullón y falto de claridad en el capote. El Fabi, que hizo de sobresaliente, quita por chicuelinas y el público palmotea. El toro se mueve mucho y Cubas lo espera en los medios y se lo pasa impertérrito dos veces por detrás. La gente se alborota y de allí los derechazos fluyen relajados, embragetándose en algunos; hay disfrute y ligazón por la buena condición del toro y la capacidad del torero. Dos series son a ley, cambiándose de mano la muleta por detrás y rematando con el de pecho. Por el pitón izquierdo el toro regatea y se agarra al suelo. Aún así el torero lo intenta pero vuelve a derechas. El toro se siente podido y renuncia orientándose a los maderos. La estocada cae delantera y contraria y tiene que descabellar, perdiendo los trofeos que había ganado rotundamente con la muleta.
El 4° es bonito y cómodo y Juan Carlos se adorna por navarras. Sabe que es su último cartucho y se hinca y tiempla con desmayo cuatro muletazos, llevándolo toreado y cosido a la franela. El toro tiene clase, tranquillo y recorrido, pero se revuelve y a esas alturas de la pelea aflige al matador. Cubas planta cara y corre la mano pero la faena no alza vuelo. Hay media estocada traserita y desprendida y vemos que el juez,-a diferencia de sus desconcertantes actuaciones en Cutervo y Ticapampa del 2012, esta vez obró con decencia-, muestra el pañuelo otorgando un trofeo que algunos protestan. Cae la tarde y el torero es izado a hombros.
Enhorabuena por la buena afición, que se volcó a la plaza para ver a su ídolo. Y a los chumpinos, por la unidad y fraternidad demostrada en esta difícil empresa. A don Marco Franco, Iván Villaverde y otros apasionados que engrandecen con su entusiasmo el arte de los toros. A ellos mucha fuerza para seguir en la brega y resistir los embates de los enemigos de la fiesta que pululan dentro y buscan servirse de ella y no engrandecerla.
Ficha. Plaza portátil Torokuna. Domingo día 1 de mayo 2015. Corrida de Toros. Tarde soleada con plaza casi llena. Reses de San Pedro, bien presentadas y de variado juego.
Juan Carlos Cubas, en solitario vestido de lila y oro. Pinchazo y pinchazo hondo, palmas. Estocada delanterilla y desprendida, oreja. Estocada delantera y contraria, cinco intentos de descabello, saludos. Media estocada traserilla y desprendida, oreja.
Gráciles chicuelinas al 1°...
Que se enceló con el banderillero Daniel Ayala...
Fidelidad a su tauromaquia mostró el huancaíno durante toda la tarde...
Aún con este sampedrano que se acabó pronto...
No así el 2°, que se movió codicioso. Vayan a ver esta pintura...
Y estos quites...
Preludio de estos muletazos largos y templados...
Pero el toro de la emoción fue el 3°...
Con el que el huancaíno disfrutó...
Embragetándose además...
Con el mando y la clase que es común en este buen torero...
Que salió a por todas con el 4°...
Entregadísimo y comprometido...
Sin renunciar a su concepto...
Granjeándose el cariño de la gente...
Y la salida a hombros empapado en sudor.