Grandezas y miserias del toreo. Torero, jamás perdáis la ilusión…!!!
(Juan Medrano Chavarría)
El Torero - Sally Huntington
Eramos ilusos, somos ilusos, nos resistimos aceptar la realidad. Desde hace muchos años en Chile el servicio de transporte público es moderno y eficiente; no existen combis, ni cobradores, ni jaladores y el pago del servicio es con tarjeta. El Carabinero, un señor que a más de policía es casi un juez que resuelve en el acto las controversias domésticas de los ocasionales.
En Colombia los motociclistas llevan la matrícula del vehículo en el chaleco, de uso obligatorio. En Venezuela la ley persigue y sanciona a los que clandestinamente mercan con dólares americanos, porque su moneda es El Bolívar. En México y en cualquier otro país taurino, la ley exige que en las corridas de toros del pueblo más recóndito actúe por lo menos un torero nacional.
Los peruanos no somos de otro planeta, ni tenemos genes diferentes al resto de humanos. Tampoco es nuestra idiosincrasia, como pretenden argumentar los que cada día arrastran al abismo a nuestro país, subastando y depredando sus recursos naturales, sumiéndolo en el atraso y la abyección casi absoluta a las políticas extranjeras.
Recuerdo haber leído alguna vez que a principios de siglo pasado un señor aficionado a los autos le planteó al presidente de la república la posibilidad de fabricar coches en Perú; tenemos gente calificada, capaz y talentosa, le dijo el soñador. Saben que le contestó el presidente…? Que eso era un sueño y en el extranjero los hacían mejor…
También supe, porque pertenecí a la aviación, que por los años mil novecientos veintitantos otro presidente de la república firmó un acuerdo con el gobierno italiano para fabricar aviones en los hangares de la Base Aérea Las Palmas. El proyecto se concretó y en pocos años nuestros técnicos egresados de la Escuela de Artes y Oficios, que pervive hasta hoy en la avenida Grau, armaron aviones que surcaron nuestros cielos y abrieron las rutas que posteriormente contribuyeron a redescubrir nuestra amazonia. Declarada la Primera Guerra Mundial, Perú se alió con el gran país del norte y como éste era enemigo de Italia, nuestro presidente rompió trato con los italianos y éstos se fueron del país.
Ejemplos hay muchos e incontables. Nuestra falta de identidad viene desde la República. No sabemos quiénes somos ni cuánto hemos sido. Primero los españoles y luego los criollos nos quitaron el alma. Sin embargo, el antiguo Perú fue un imperio y la cultura andina está catalogada, -por los grandes aportes que dio al mundo-, como uno de los Cinco Focos Culturales de la Humanidad…!!
Repasemos y analicemos nuestra historia; no la de la escuela ni el colegio, donde hasta hoy enseñan a nuestros hijos que el mundo fue creado en siete días; que Ramón Castilla liberó a los esclavos y que Fujimori llegó hasta Cueva de los Tayos; cuando en realidad los norteños nos tumbaron siete aviones y obligaron a sentarnos y firmar un vergonzoso acuerdo de paz.
La casta de la Colonia, que usaba perfume francés y traicionó a la República, fue llamada a gobernar en los albores de la independencia. Aquí no hubo revolución como en México. A propósito, sería bueno releer los textos de la Revolución Francesa, de la abolición de los zares en Rusia y de la Guerra de Secesión norteamericana. Allí encontraremos respuestas sobre nuestra realidad.
Muchos de nuestros presidentes de la república casaron con extranjeras. Por qué…? Y los toreros conocen los pueblos del Perú solo porque tienen que ir a torear. O acaso nos vamos de paseo a Macusani o a Moho…?
Desde que el milenario homo evolucionó hasta el sapiens, el trabajo fue la condición sine quanon de su existencia; es más, el trabajo fue el eslabón decisivo para su evolución. El trabajo es una necesidad. Todos trabajamos por dinero. El artista plástico crea obras para exhibirlas y venderlas. El poeta compone versos para editarlos en un libro y ofertarlos en alguna librería. El que monta una corrida de toros puede o no gustarle el arte, pero cuando organiza el espectáculo se embarca en una empresa donde su principal objetivo es el rédito y la utilidad económica. Como es natural, se asegura que sus decisiones respecto de las contrataciones de ganaderías y toreros apunten al logro de sus objetivos, que son, recalcamos, meramente comerciales. Dónde cabe aquí el arte…?
No seamos ilusos. Ni los aficionados, ni los periodistas, ni nadie que no ponga el dinero en una empresa, puede exigir siquiera a quién comprarle las banderillas. El toreo es un negocio. No está el mejor, solo el que puede estarlo. Los carteles de las ferias se arman primero echando ojo al fajo que irá al bolsillo; en el extranjero hay toreros caros y de los que vienen por los pasajes. Por eso en los carteles hay de ambos tipos. Los toreros peruanos no convienen, pues sin importar su calidad ni categoría, se les paga poco y entonces no hay de dónde rebanar.
Escuchamos a algunos señores de los comités con ínfulas de saberlo todo; que porque contratan algún torero de cierto cartel piensan y están seguros que su feria está por encima de las demás. Nada más falso. Cada temporada constatamos que el torero del talego mata el más chico y con el juez arreglado de antemano…
Si los taurinos fuésemos aficionados de verdad, Morenito de Canta y Juan Carlos Cubas tentarían en las ganaderías de caché. En el toreo, salvo el torero valiente enfrentando al toro encastado, el resto es ilusión. No están los mejores, solo los que pueden. O acaso en el 2009 y 2010 cuando Cubas abrió consecutivamente la puerta grande de Acho, -incluso con cornada, como los verdaderos valientes-, lo llamaron para Chota…? Acaso el torero se puso a chillar …? No, lo asumió con temple, preparándose y toreando por los pueblos sin perder nunca la esperanza de que lo volvieran a llamar. Y cuando sonó el teléfono para la corrida barata, quedó agradecido; y aquella soleada tarde del 28 de junio del 2012, habló con la muleta y triunfó cuajando a un toro colombiano.
Acho es una empresa, van los toreros que le interesan al empresario o alguno de su predilección; el objetivo es llevar gente a la plaza; es su derecho; él invierte y arriesga y los aficionados pagan por ver a los toreros anunciados con antelación en los carteles. No es cuestión de merecimientos. Acaso no hubieron toreros que petardearon en Chota o Cutervo y después fueron llamados…?
La historia próxima pasada nos revela que toreros de limitadísimos recursos pisaron la arena de nuestra más que bicentenaria plaza de toros de Acho. Porqué…? Por merecimientos, o por sus buenas migas con la empresa de turno…? Enhorabuena por ellos, que alternaron con figuras españolas sin tal vez merecerlo. Ya lo vemos, el toro es así, un asunto de negocios y oportunidades más que de recompensas.
El caso de Juan Mora es aleccionador. Aquel pedazo de torero al que metieron en la congeladora durante casi una década. Nunca desmayó. Entrenaba todos los amaneceres y atardeceres y jamás perdió la ilusión. Un día de otoño le timbraron y muleta en mano puso a Madrid boca a bajo. Lo del Pana es emblemático. Lo taparon toda una vida y con un sublime trincherazo desenmascaró a los fariseos.
Otro grande que nunca arredró fue Francisco Ruiz Miguel. Mató más miuras y victorinos que nadie en la historia del toreo. Los enemigos de la fiesta y los señoritos apostaban a que alguna alimaña lo sacara de circulación; empero, la voluntad y la raza de Paco eran de acero forjado en la fragua perpetua del toreo verdadero. Jamás pudieron con él. Hoy los mediocres lo adulan.
Allí están las grandezas y miserias de la última isidrada. Un Fandiño heroico, un Castaño arrollador e irrenunciable, un Robleño espartano y una cuadrilla de subalternos que hizo historia con lo más puro y honesto del toreo contemporáneo; mientras en la otra orilla huelga Talavante, huérfano de recursos e impotente ante los victorinos, entre una retahíla de monserges que le repiten hasta el hartazgo que aún tras el bochorno, continúa siendo el mejor y el más grande…
Toreros, preparaos todos los días sin renunciar a vuestra ilusión, asumiendo la profesión con las cosas buenas y malas que conlleva, sin chistar jamás ; porque el toreo es hermoso cuando se asume con dignidad y verdad en el ruedo; y en la vida plantando cara a la vorágine.
Y quién sabe nunca los llamen; y aunque ello suceda, el torero nunca perderá su grandeza si va enfundado en honor. Otros podrán torear mucho, pero nunca se sentirán toreros porque simplemente no lo son. He allí la diferencia entre la nobleza y la miseria.
Los pueblos del Perú dan más de seiscientos festejos al año y el artista tendrá siempre la oportunidad de vestirse y expresarse. Similar realidad vive el hombre de a pie, como el cronista. No desesperamos porque nos ignoran, merezcámoslo o no. Somos felices haciendo lo que nos apasiona, obrando en rectitud y disfrutando cada día de las maravillas que nos obsequia la vida.
Los gremios de profesionales tienen la palabra. Solo ellos están llamados a reivindicar la profesión. Lo demás es más de lo mismo. Es el momento y la oportunidad.